3 años después, la reparación no aparece


La Ley 1796 o “antiSpace” expedida en julio pasado sigue a la espera de la reglamentación. Para los afectados la tragedia sigue viva y no termina.



A 1.096 días de la caída de la torre 6 del complejo residencial Space, las lecciones de esta tragedia no han sido superadas ni por los afectados ni por las autoridades.

Y es que el desplome de la edificación por causas estructurales, en la noche del 12 de octubre de 2013, destapó en la ciudad un escándalo mayúsculo al comprobarse que además de esa construcción otras 14 unidades residenciales observaban problemas similares y corrían el mismo riesgo de Space.

Entre estos complejos habitacionales se cuentan Asensi y Continental Towers, esta última deshabitada y sus residentes a la espera de que las acciones legales emprendidas prosperen.

Para Elkin Hernández, uno de los propietarios afectados, “es como si el tiempo se hubiera detenido. La demanda interpuesta ante la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), en la que pedimos la garantía, fue fallada a favor, pero está pendiente de que se resuelva en segunda instancia”.

Aunque el primer fallo ordenó a la constructora CDO devolver los dineros a las familias perjudicadas, esta responde que no tiene solvencia y que hay que esperar las decisiones que adopte la Superintendencia de Sociedades.

El segundo proceso es una Acción de Grupo ante la justicia ordinaria, pero pasados tres años ni siquiera se ha celebrado la primera audiencia, sostuvo Hernández.

Desde las aseguradoras

Para Jorge Humberto Botero, presidente de las empresas aseguradoras (Fasecolda), la tragedia dejó dos lecciones: la necesidad de mejorar la normativa propia de las autorizaciones y supervisiones de las construcciones y edificaciones y, en segundo término, que la gran mayoría de los constructores no tienen los recursos financieros para afrontar una catástrofe como la ocurrida.

Y, ¿se hizo algo para corregir las falencias? El dirigente respondió que para subsanar en parte esos problemas se expidió en julio pasado la Ley 1796 o antiSpace, pero solo hasta ahora el Gobierno está avanzando en la reglamentación de una de las dimensiones que contempla la norma.

“Se están implementando los requisitos técnicos, curadurías, documentación aportada por los constructores, pero en relación con las garantías que deben otorgar los constructores no hay avance alguno”, declaró Botero.

La norma es clara en señalar que la obligación de amparar los perjuicios patrimoniales del comprador de vivienda recae sobre el constructor o el enajenador del proyecto inmobiliario.

Además, señala que estos pueden responder con su patrimonio, garantías bancarias, productos financieros o seguros, esta última figura es la que Fasecolda considera más acertada.

El Gobierno también destacó que la norma obliga a desarrolladores de proyectos a amparar perjuicios a afectados por colapso o amenaza de ruina, como consecuencia de deficiencias en el proceso constructivo, y aumenta medidas de seguridad de edificaciones.

Igualmente, se ordenó que los supervisores técnicos deben estar inscritos en un registro y se crea la Superintendencia Delegada para el control de curadores urbanos.

Hay protección

Laura Robledo Manrique, abogada de la firma Juridiconstructores, sostuvo que aunque la ley antiSpace no se ha reglamentado totalmente, el Ministerio de Vivienda, en una circular, definió algunas obligaciones para los curadores, asociadas a la revisión de diseños.

“Hoy los compradores de vivienda no están desamparados, las normas son estrictas y siempre ha habido protección para ellos, pero es necesario entender la diferencia entre una norma que existe y que esta se cumpla. El problema está en el control y no en las reglas”, puntualizó .

lightbulb_outlineLas cifras del negocio inmobiliario

Desde 2013, año en el que ocurrió el desastre de Space, el crecimiento de las actividades inmobiliarias es constante. Mientras en los primeros 7 meses de 2013 se contabilizaron 37.730 transacciones, en igual periodo de 2014 sumaron 41.763 y de enero a julio de este año el saldo es de 45.273.
Al cierre de 2016 se estima que se hayan realizado 74.000 transacciones por unos 11 billones de pesos. Así mismo, la valorización de los inmuebles, en los últimos 3 años, ha oscilado entre 7,33 y 8,08 %. Las cuentas de venta de vivienda nueva en el valle de Aburrá se vieron mermadas en 2014, fueron 9.912 frente a 11.339 de 2013.

flagCuatro medidas de la Ley Antispace

1. Protección a los compradores de viviendaEs obligación de todos los constructores y enajenadores de vivienda amparar los perjuicios patrimoniales causados a los propietarios afectados por el colapso o amenaza de ruina, como consecuencia de deficiencias en el proceso constructivo.

2. Incremento de las medidas de seguridadTodas las edificaciones con más de 2.000 metros de construcción deberán contar con revisores y supervisores independientes del constructor. Una vez concluidas las obras un supervisor técnico deberá expedir el Certificado Técnico de Ocupación, el cual manifieste que la edificación se construyó de conformidad con la licencia de construcción.

3. Póliza por colapsoLa ley indica que si dentro de los 10 años siguientes a la expedición de la Certificación Técnica de Ocupación de una vivienda nueva, se presentan irregularidades, el constructor está obligado a cubrir los perjuicios patrimoniales causados a los propietarios que se vean afectados.

4. Supervisores técnicos de las obrasTodos los supervisores técnicos deberán estar inscritos en el Registro Único Nacional de Profesionales Acreditados, lo cual permite garantizar que los profesionales sean especialistas en estructuras y cuenten con la experiencia e idoneidad necesarias. La supervisión deberá ser independiente, externa y reportando directamente a la compañía aseguradora.

Antes y después

Las primeras horas

Angustioso amanecer

El rescate de los cuerpos fue una labor titánica acompañada, desde prudente distancia, de los familiares de las víctimas, algunos de los cuales solo sucumbieron la madrugada del domingo 13 de octubre de 2016 debido a un aguacero torrencial que los obligó a refugiarse en las porterías de otras urbanizaciones, debajo de algún paraguas desalambrado. Los demás soportaron estoicos bajo un impermeable.

La noticia del desastre voló hasta los oídos de casi todos desde la noche del sábado. Y tan pronto se enteraban volaban al sitio de los hechos, a mirar la oscuridad como queriendo desenterrar con los ojos la figura de sus seres queridos. Al llegar, una multitud de vecinos alarmados por la explosión como de bombazo, ya estaba allí. También los bomberos, los socorristas del Dapard, los de la Defensa Civil...

Una máquina de bomberos con escalera, alumbró la torre cinco y se pudo ver cómo la otra, la seis, se había convertido en una montaña de escombros que le llegaba al quinto piso.

El colapso de la torre seis de Space había dejado sin luz el sector. Se hablaba de una fuga de gas, la cual fue confirmada después por el vicealcalde de Seguridad de la época, Luis Fernando Suárez, quien aseguró que EPM llegaría pronto a controlarla, lo mismo que a restablecer la electricidad. Cuando el ruido de sirenas, de motores y de voces de mando daban tregua, se oía el silbido del escape de gas. No tardaron en resolverlo.

"¡Una ambulancia… ¡Una ambulancia…" Gritó alguien y, después, alguien más y después muchos asistentes. Habían encontrado a un herido. A los 15 minutos otro. EranYamid Lopera y Andrés Colorado Morales.

Momento del impacto

"En mi apartamento cayeron escombros, siendo de otra unidad residencial", contaba una mujer mientras veía el movimiento de socorristas. Volvió la luz. Unos apartamentos de las torres que no cayeron se iluminaron.

"Yo vine como a las siete a la urbanización —dijo un hombre— y vi dos apartamentos con la luz prendida en la torre seis. Es más, hay quienes vieron el desplome de la torre y cuentan que unos apartamentos caían con la luz encendida".

A la medianoche, los vecinos se fueron. Las labores de rescate no se suspendieron. Dos bomberos subieron a la torre cinco a revisar piso por piso, vivienda por vivienda, cuarto por cuarto, que no hubiera nadie. En su recorrido, esquivaron grietas por las que hubieran cabido. Bajo sus pasos, oyeron el crujido de columnas y se detuvieron a apuntar esas cosas.

En la madrugada del domingo llegaron las palas mecánicas. En volquetas se llevaron toneladas de escombros de zonas que sabían con certeza que no tenían víctimas. El aguacero de las cuatro, con tormenta eléctrica, entorpeció el proceso.

Esperando con fe

Wílmar, el hermano de Wbeimar Contreras, un vigilante que quedó atrapado, vio la primera luz del domingo recostado en un guayabo de una zona verde. Cuando escampó, su rostro seguía empapado de lágrimas. "De aquí no me muevo". Contó que a ese hermano, de 38 años, tres más que él, lo contrataron hacía tres días y la del sábado era la segunda noche que trabajaba en Space. "Tenía miedo. Miedo de trabajar en un edificio que, según habían advertido, no soportaría mucho tiempo. Pero usted sabe, él es pobre, tiene dos hijas y hay que trabajar".

Y esas cosas del destino, como la de que él hubiera entrado a trabajar hacía apenas dos días, se repitieron en las otras historias. Los parientes de James Andrés Arango y Ricardo Castañeda, que son los mismos porque son primos, cuentan que no tenían ni que trabajar el sábado, pero los llamaron a aplicarse en su oficio de soldadores; los de Álvaro Bolívar, que 10 minutos antes del desastre habló con su esposa por teléfono y le dijo que estaba acabando la labor y que, a más tardar, a las ocho y media de la noche saldría rumbo a casa; los de Diego Hernández, que también habló con su esposa unos minutos antes del fatal instante, le dijo que se reuniría con sus compañeros a comer y en breve volvería a llamarla... Y así, todos ellos fueron cumpliendo su cita con la tragedia.

Las retroexcavadoras se silenciaron. Los taladros que rompen concreto, también. Si seguían tumbando el arrume de escombros podía venirse abajo la torre cinco.

Los perros de rescate. Venus, Luna, Maía, Killer y Tina, entraron en acción.

"Con las lluvias, los olores van hacia abajo, con el Sol, hacia arriba", explicó Carlos Restrepo, bombero de Sabaneta.

Los sabuesos estuvieron de acuerdo en que en el sitio más encumbrado de los escombros, había seres humanos.

Luego del diálogo, los expertos volvieron a la acción. Talaron árboles con las retros y siguieron escarbando por el lugar señalado por los perros. "No perdemos la esperanza de que hallen con vida a mi hijo James Andrés —dice Fabiola Pulgarín—, pero no vamos a desautorizar al Señor en sus designios".

Al mediodía, se retiraron los socorristas con sus perros y una retroexcavadora volvió a operar desde la parte superior de los escombros. La Policía hizo un cerco frente a la tragedia para evitar que de allí se movieran los periodistas y camarógrafos que en directo y con boletines especiales cubrían el hecho.

La expectativa era total, sobre todo con el movimiento de la torre cinco que amenazaba con desplomarse.

Cada ruido que se escuchaba desde la zona donde se estaba haciendo el movimiento de las losas de concreto alteraba los ánimos y hacía que los comunicadores apuntaran sus cámaras contra el complejo habitacional porque la catástrofe se podía repetir.

De un momento a otro, la retroexcavadora dejó de moverse, momento en que algunos socorristas, policías y los comunicadores aprovecharon para almorzar.

Luego aparecieron los operarios de Empresas Públicas de Medellín, quienes iniciaron la instalación de gigantescos reflectores para continuar los trabajos en horas de la noche.

Pasadas las 2:00 de la tarde inquietaban dos reuniones que se desarrollaban en ese momento. La una con los afectados, el Municipio y los constructores en el templo del Padre Marianito, cercano a la unidad colapsada. La segunda era la reunión del mando unificado, encabezada por Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional de la Gestión del Riesgo.

A las 4:00 p.m. este funcionario, en representación del Presidente de la República, dio a conocer los acuerdos de la reunión. Uno de ellos fue declarar la calamidad pública en Medellín, por esta tragedia, las ayudas a los damnificados y la investigaciones que se van a iniciar tanto administrativas como jurídicas.

A las 5:00 p.m. volvió a aparecer la lluvia que pasó rápidamente. Minutos después, sobre la montaña de escombros, aparecieron los bomberos y sus perros, que 45 minutos después anunciaron el hallazgo del primer cadáver.

Tres años de dolor