Una sola Medellín

Los tiempos han cambiado para Medellín y con ellos la cultura, quizá debido a esa costumbre de vivir tan cerca a la muerte o simplemente por una necesidad humana y profunda de superarnos. Medellín, en medio de su imperfección y con muchos retos aún por resolver, se ha convertido en la casa, en la capital, de las industrias creativas. Medellín está encontrando así un lugar en el mundo y para el mundo. Son incontables las historias de éxito que han salido a brillar desde aquí, muchas veces desde el mismo dolor inevitable, pero también desde el trabajo duro y la disciplina. ¿Cuántas veces hemos sabido levantarnos de las sombras más oscuras para buscar la luz y la identidad? ¡Muchísimas! Hagan cuentas. Para hacer de esta oportunidad una gran explosión de vida en la ciudad debemos ser una sola Medellín. Una sola.

Lentamente hemos ido aprendiendo a mirarnos a los ojos y a reconocernos como ciudad con todas las diferencias y matices que esto implica, nunca nadie dijo que sería fácil y por supuesto, aún falta mucho por recorrer.

En esta edición de hoy, en la celebración del cumpleaños número 111 de El Colombiano, quiero invitarlos a hacer un recorrido a través del extenso universo creativo que en esta ciudad habita. Sería injusto decir que todos están, pero también sería injusto no mencionar que hay historias de fracaso y decepción en muchos creativos. Hoy se trata de inspirar y de ilusionarnos, de recordarnos que vamos en la dirección correcta.

En los varios siglos de historia de Antioquia, nuestro departamento ha protagonizado proezas económicas y culturales que han ido forjando su carácter. Primero fue la minería, gracias a la cual, incluso, los paisas ayudaron a Francisco de Paula Santander con recursos para fundar el país que comenzaba. Después, fue el comercio y la industria, y en ese entonces Antioquia fue cuna de los grandes gremios que marcaron el siglo XX, como la Andi, Fenalco y la Federación de Cafeteros, y de la misma manera, crecieron acá entidades de alto vuelo social como las cajas de compensación y Proantioquia. Un tercer momento que marcó la economía y la cultura local fue la época de los carteles de la droga. En el siglo XXI, entonces, aterrizamos con todo ese equipaje a cuestas, para lo bueno y para lo malo. Y lo mejor es que estamos comenzando a construir una nueva era: la de Medellín —o mejor, la Gran Medellín, para incluir a los municipios vecinos— como capital de la industria creativa.

Mientras lees este editorial tal vez un músico de aquí está subiendo su primera producción a Spotify que podrá llegar a ser escuchado en todo el mundo. Un estudio de animación está entregando un tráiler que costó siete millones de dólares para presentarlo a una productora de Hollywood. Una joven directora paisa puede estar recibiendo un premio en alguno de los festivales de cine más sofisticados del mundo. Y un diseñador está poniendo sus creaciones en una pasarela en Nueva York. En estos momentos, en cualquier punto de la ciudad, cientos o miles están creando.

Por eso, quiero invitarlos a recorrer con otros ojos nuestra casa de las industrias creativas de la mano de artistas, músicos, pintores, grafiteros, ilustradores, gamers, animadores gráficos, programadores de software, escultores del metaverso, fotógrafos, cineastas, diseñadores, deportistas, científicos, actores, cocineros, estudios de producción de música y de videos, empresarios que han sido fundamentales para construir tejido cultural y por ende ciudadanía, y todos los que forman este inmenso engranaje cultural.

Tenemos una gran oportunidad: nuestra ciudad está viviendo una explosión creativa como tal vez nunca antes la había vivido. Este es el momento de aprovecharla y ser parte de ella.

De todas las mareas más violentas posibles Medellín ha sabido llegar a tierra firme, la gran Medellín debe seguir siendo nuestra marca y nuestro motivo de orgullo. Más allá del ruido de la vida cotidiana existen ríos de arte, montañas de talento y valles de perseverancia que ponen hoy en día a la ciudad frente a una inmensa oportunidad de llevar nuestra industria creativa al siguiente nivel.

Sin embargo, tenemos una tarea pendiente: cuidarnos los unos a los otros, aprender de las diferencias y hacernos juntos más fuertes de cara al futuro, no dividirnos por ideologías o maneras de pensar. Elevemos las narrativas por encima de nuestros prejuicios para encontrarnos.

Una ciudad exitosa tiene sombras, pero estoy seguro de que podemos caminar hacia la luz y dejar atrás la oscuridad. Tenemos aún muchos retos que siguen siendo parte de nuestra vida cotidiana, como la salud mental, el embarazo no deseado o la falta de oportunidades para todos, la violencia intrafamiliar o la polarización del debate público. Por eso, la importancia del arte en la construcción de paz y de cualquier sociedad es invaluable.

Démonos esta oportunidad única de florecer a través de las artes y la cultura para que Medellín siga su transformación hacia la excelencia creativa y productiva para que el día de mañana seamos esos ciudadanos que queremos y soñamos ser. Nada mejor que el arte en todas sus expresiones para desarrollar nuestra personalidad y sensibilidad.

Te amo Medellín, y esta edición es un regalo que te doy de la mano del periódico El Colombiano para que recordemos que aún estamos vivos y podemos respirar.